Cuando salió a la venta Final Fantasy XIII, se empezó a montar una gran polémica sobre el juego que llega hasta la actualidad. ¿Por qué? Pues porque el juego, a pesar de tener una historia interesante, unos gráficos de lujo y unos combates excelentes, era excesivamente lineal, pero no me refiero a una linealidad de escenarios tipo Final Fantasy X (que también), sino a una linealidad en la jugabilidad, ya que apenas habían misiones secundarias (y las que habían eran de combatir contra monstruos) o minijuegos que nos desviasen un poco de la historia principal. En resumen, el juego estaba movido por el argumento. A esto se le añadió la ausencia...